diciembre 07, 2006

PALIZAS Y LÁGRIMAS

Cada vez que oía un golpe,
siempre pensaba que venía hacia mí.
Me insultaba, me decía “torpe”
y por eso me escondí.

Pero no duró mi refugio,
porque siempre me encontraba,
y tras chillarme e insultarme,
su puño me golpeaba.

Tras la brutal paliza,
me pedía perdón, me besaba,
lentamente, sin prisa,
y luego a la cama me ataba.

Se fue de casa, me dejó vivir,
o mejor dicho, me dejó morir.

1 comentario:

Irene dijo...

¡Felicidades! por tu nuevo blog, espero que este blog te quede tan bonito como el otro.
Sigue escribiendo poesías y llegarás lejos.
Ánimo de tu amiguita Irene.